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“Permanecer toda la vida en el anonimato”. Conversación entre Jiddu Krishnamurti y Susanaga Weeraperuma
Susanaga Weeraperuma: Krishnaji, en el periódico de hoy he leído una noticia interesante. Un miembro del Consejo Municipal de Colombo presentará una moción sobre usted en la próxima reunión. En su moción dice que el Consejo Municipal de la ciudad de Colombo debería organizar una recepción cívica en su honor.
Krishnamurti: ¿Qué ocurre exactamente en una recepción cívica?
SW: Las recepciones cívicas se organizan únicamente en honor de personas distinguidas y en ellas participan el alcalde y destacados ciudadanos.
K: ¡Santo cielo! ¡Yo soy un pobre don nadie cuya individualidad se ha extinguido! ¡Extinguido, no distinguido! (Risas).
SW: En esta recepción, es probable que el primer ministro le dé la bienvenida y se pronuncien discursos en su honor. Le obsequiarán un pergamino firmado por eminencias de Sri Lanka.
K: ¿Y qué contendrá el pergamino?
SW: Seguramente se referirán a sus diversos logros y a su espiritualidad.
K: ¡No quiero un certificado de nadie!
SW: Krishnaji, creo que será una gran pena si rechaza esta invitación. ¡Qué oportunidad para pronunciar un estupendo discurso! Quizás algunos de los políticos que lo escuchen adquieran un interés permanente en sus enseñanzas. ¿Por qué privarlos de los beneficios de su mensaje?
K: Si esos políticos están verdaderamente interesados en lo que tengo que decir, nada les impide asistir a mis conferencias públicas. Señor, es usted tan ingenuo que no ve las intenciones que se ocultan tras el comportamiento de los políticos. ¿No ve que todos ellos tienen motivaciones políticas? Me niego a que los políticos me utilicen. Los evito.
SW: ¡Dice que evita a los políticos pero tiene usted tratos con la señora Indira Gandhi!
K: ¡Eso es diferente! Indira es una vieja amiga. Su padre, el Pandit Nehru, nos visitaba a Amma (la doctora Annie Besant) y a mí cuando estábamos en Benarés.
SW: Por favor, reconsidere lo que le he sugerido.
K: Lo lamento. Telefonee a este miembro del Consejo Municipal y pídale que retire la moción del orden del día. ¿Me hará usted el favor de llamarlo ahora mismo?
SW: Sí, pero si insisten en organizar una ceremonia en su honor, no creo que pueda usted impedirlo.
K: ¡Que hagan lo que quieran, pero yo no asistiré!
SW: Ahora mismo llamaré.
K: Haga lo que haga en la vida y esté donde esté, evite siempre la publicidad. No ansíe estar en el candelero. El otro día le decía a unas personas que el deseo de ver la propia foto publicada en los periódicos es una gran vulgaridad. Huya de las multitudes vulgares y lleve una vida digna, desconocida por sus amigos, parientes y colegas. Igual que el árbol frondoso que permanece oculto en la profundidad del bosque, permanezca toda la vida en el anonimato.
SW: ¿Por qué está en contra de los políticos? Seguramente habrá algunos que de veras desean ayudar a la sociedad.
K: Todo aquel que está impulsado por la ambición y el ansia de poder no puede ser bueno. Son ellos los responsables de muchos de los males del mundo. En la India, la gente organiza mucho alboroto en torno a sus líderes políticos. Miles de personas se pasan horas bajo un sol de justicia sólo para ver a un político importante como si se tratara de un extraño animal. ¿Por qué darles tanta importancia cuando sabemos que aspiran al liderazgo político nada más que para llevar agua a su molino? Los políticos huelen a corrupción. De modo que una persona buena debe mantenerse alejada de los políticos y de todas sus actividades. Si desea ayudar a los pobres y mejorar las condiciones sociales, el primer paso es ser una buena persona. Esa misma bondad tendrá una influencia benéfica en la sociedad.
en Krishnamurti, tal como le conocí, 1988
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